Roma

Los inicios de la crisis

A partir del siglo III d.C., el Imperio entró en crisis. Las fronteras se volvieron inseguras por los ataques de los pueblos germánicos, que vivían más allá del limes.

A estos problemas se sumaron los económicos. La falta de esclavos, al acabarse las conquistas, provocó un descenso de la producción agrícola y minera. A ello, también contribuyó que los ataques de los pueblos bárbaros cortaron las vías de comunicación y paralizaron el comercio. Era difícil recaudar impuestos y los ingresos del Estado disminuyeron. A veces no se podía pagar a los soldados o hacer llegar las órdenes imperiales.

La autoridad imperial se debilitó y resultaron frecuentes las revueltas y los asesinatos de emperadores. Los jefes militares fueron aumentando su poder y el ejército se convirtió en la única autoridad de las provincias.

Los pueblos germánicos

Las formas de vida de los germánicos eran muy diferentes a las de los romanos. No tenían escritura; tampoco edificaban ciudades ni usaban moneda. Eran seminómadas, vivían de la ganadería y de una agricultura muy primitiva. Sin embargo, conocían la metalurgia del hierro y fabricaban armas de buena calidad. Estaban organizados en familias, y un cierto número de ellas formaba un clan. Los jefes de las familias elegían un cabecilla militar, que ostentaba el título de monarca.

El cristianismo, religión del Imperio

Entre los siglos I y III d.C., los cristianos fueron acusados de negarse a seguir el culto imperial y servir a Roma como soldados. Por ello fueron perseguidos, tuvieron que esconderse y muchos de ellos sufrieron torturas (martirio).

A partir de la crisis del siglo III, el Imperio sufrió una profunda crisis social. Los dioses y las creencias existentes parecían no servir.

Los valores del cristianismo, basados en el amor al prójimo y la renuncia a los bienes materiales, se fueron extendiendo por el Imperio romano.

En el año 313, el emperador Constantino autorizó a practicar el cristinanismo (Edicto de Milán) y él mismo se hizo cristiano. A finales de ese siglo, el emperador Teodosio convirtió el cristianismo en religion oficial del Imperio.

El fin del Imperio romano de Occidente

En el año 395 d.C., el emperador Teodosio, para facilitar la defensa del Imperio, lo dividió entre sus dos hijos: Arcadio y Honorio. A partir de ese momento quedaron separados el Imperio romano de Occidente y el Imperio romano de Oriente.

En el Imperio de Oriente, también conocido como Bizancio, más rico y poblado, los emperadores pudieron mantener su autoridad y defender las fronteras contra los bárbaros.

En el Imperio de Occidente, mucho más empobrecido, los emperadores fueron incapaces de salvaguardarlo.

Las invasiones germánicas

A principios del siglo V, los pueblos germánicos traspasaron las fronteras y entraron en el Imperio romano de Occidente, empujados por un pueblo llegado de Asia central: los hunos.

Los pueblos germánicos (suevos, vándalos, alanos, visigodos, etc.) se fueron instalando en las tierras de Occidente y crearon reinos independientes.

El último emperador de Occidente

En el año 476, Odoacro, un jefe bárbaro, destituyó a Rómulo Augústulo, un niño de 10 años, que fue el último emperador romano de Occidente.

En Europa se inició una nueva época: los historiadores hablan del fin de la Antigüedad y del inicio de la Edad Media.