Hispania romana

La llegada de Roma

Las guerras entre Roma y Cartago por el dominio del Mediterráneo occidental (Guerras Púnicas) fueron el origen de la ocupación romana de la Península Ibérica. Cartago era en los inicios del siglo III a.C. una gran potencia marítima y controlaba buena parte del Mediterráneo. Roma había iniciado su expansión. Ambas iban a rivalizar por el control de las tierras que bordeaban este mar. La Península Ibérica se convirtió en el escenario de ese enfrentamiento y quedó en manos del vencedor.


Cartago en la península Ibérica

A partir de la derrota de Cartago en la Primera Guerra Púnica (264-241 a.C.) y la pérdida de Sicilia, aumentó su presencia en la Península Ibérica. De ella conseguía metales, soldados para su ejército y abundantes tributos. Los cartagineses se fueron expandiendo por todo el Sudeste peninsular y controlaban el territorio desde su capital, Cartago Nova (Cartagena).

En el año 220 a.C., el general cartaginés Aníbal Barca planeó la conquista de Roma desde la Península Ibérica. En su avance atacó la ciudad ibérica de Arse (Sagunto), aliada de Roma, cuyos habitantes fueron asediados y prácticamente exterminados. Este hecho dio lugar a la Segunda Guerra Púnica.

Un ejército de elefantes

Aníbal Barca pretendió conquistar Roma para frenar la expansión romana por el Mediterráneo. Partiendo de la Península Ibérica atravesó los Pirineos y los Alpes con un ejército formado por 38000 soldados de infantería, 8000 caballeros y 37 elefantes africanos.


La llegada de los romanos

Para vengar la toma de Sagunto y frenar la expedición de Aníbal, Roma decidió conquistar la Península Ibérica, y así impedir la llegada de suministros a los ejércitos cartagineses que combatían en la península Itálica.

En el año 218 a.C., dos ejércitos romanos al mando de los hermanos Escipión desembarcaron en las costas de Emporion (Ampurias, Girona), dispuestos a enfrentarse con los cartagineses. Fue el inicio de la conquista romana de la Península Ibérica.


El dominio de la Península Ibérica

La conquista de la Península, a la que los romanos denominaron Hispania, se prolongó durante doscientos años (218-19 a.C.) y se desarrolló en cuatro fases:

  • Primera fase (218-201 a.C.): guerras contra los cartagineses y sus aliados indígenas (iberos) por el dominio de la costa mediterránea.

  • Segunda fase (201-154 a.C.): conquista del Sistema Ibérico, donde los romanos encontraron una escasa oposición por parte de los iberos, y de la Meseta oriental.

  • Tercera fase (154-133 a.C.): guerras contra los pueblos de la zona occidental de la Península, que ofrecieron mayor resistencia. Las luchas más cruentas tuvieron lugar contra los arévacos, los vacceos y los lusitanos.

  • Cuarta fase (29-19 a.C.): con el sometimiento de las belicosas tribus de galaicos, cántabros y astures en tiempos del emperador Augusto, finalizó la conquista romana de Hispania.

 

Andalucía fue escenario de la Segunda Guerra Púnica. La conquista romana de nuestro territorio no halló excesiva oposición por parte de los pueblos ibéricos del Sur.

Las victorias romanas sobre los cartagineses en Baecula (Bailén), Aurgi (Jaén) e Ilipa (Alcalá del Río), y la conquista de Carthago Nova y de Gades (Cádiz), en el 205 a.C., hicieron posible que la mayor parte del Sudeste peninsular quedara bajo control romano.

Se inauguró de esta forma una etapa de más de cinco siglos de presencia romana en la zona.


La organización del territorio de Hispania

Antes de la conquista romana, los griegos designaban a las tierras peninsulares con el nombre de Iberia. Los romanos lo cambiaron por Hispania.

Para administrar Hispania, Roma dividió su territorio en provincias:

  • En la época republicana fueron dos: la Hispania Citerior, con capital en Tarraco, y la Hispania Ulterior, con capital en Corduba.

  • El emperador Augusto (siglo I d.C.) estableció tres provincias: Tarraconensis, Baetica y Lusitania.

  • En el siglo IV d.C., Hispania se dividió en cinco provincias peninsulares, más la provincia Balearica. La mayor parte del territorio andaluz quedó integrado en la provincia de la Baetica, con capital en Corduba.

Como ya sabes, cada provincia tenía un gobernador, que controlaba el territorio y la recaudación de los impuestos. Muchos cargos políticos y administrativos fueron recayendo en hispanorromanos, que se convirtieron en la élite de la sociedad hispánica.

Las ciudades

En Hispania destacaron muchas ciudades: antiguos municipios revitalizados por los romanos (por ejemplo, Tarragona o Cádiz), y nuevas colonias fundadas por los soldados imperiales o por la administración (como Mérida, León o Zaragoza).

Las ciudades se convirtieron en el centro administrativo, político y económico de la Hispania romana. La ciudad se administraba mediante un Consejo y los magistrados elegidos por los ciudadanos.

La actividad artesanal tuvo un gran desarrollo en las ciudades. Existían pequeños talleres artesanales y grandes factorías con esclavos. Se fabricaban armas en Tarraco y Toletum, tejidos, cerámica y salazones en la costa mediterránea.

La producción se destinaba al comercio local y también se exportaba al resto del Imperio mediante la red de calzadas y el transporte marítimo.

Las ciudades de Hispania estaban unidas, entre sí y con el resto del Imperio, por una extensa red de calzadas.

 

Entre las calzadas más importantes se encontraban la Vía Augusta, que partía de Gades (Cádiz), recorría todo el levante peninsular y atravesaba los Pirineos para llegar a Roma, y la Vía de la Plata, que unía Emerita Augusta (Mérida) con Asturica Augusta (Astorga).

Aníbal Barca


El desembarco de Emporion

Por este tiempo (218 a.C.), Cneo Cornelio Escipión (...) fondeó en Hispania ante la ciudad llamada Emporion. Allí desembarcó sus tropas y hasta el Ebro puso sitio a los que rehusaron obedecerle y recibió amablemente a los que hicieron sumisión (...).

Una vez tuvo aseguradas las conquistas de los pueblos marítimos, avanzó con todo su ejército en dirección al interior, pues su ejército había reunido ya gran número de aliados iberos (...).

Polibio, siglo II a.C.


La conquista de Hispania por Roma


División provincial romana de Hispania


Las ciudades en las tierras andaluzas

Con la ocupación del territorio andaluz y debido a su riqueza agrícola y minera, en la Bética se instalaron numerosos colonos romanos.

Para acogerlos, se fundaron colonias como Itálica (cerca de Santiponce), Astigi (Écija) o Carteia. Seguían el modelo urbanístico romano, con una estructura y unos edificios públicos similares.

Las antiguas ciudades ibéricas aumentaron su población (Castulo o Hispalis) y recibieron el derecho a regirse por las leyes romanas.


Las calzadas romanas en Hispania