2. El relieve de la Tierra

Agentes internos modeladores del relieve


La estructura de la Tierra

El interior de la Tierra se divide en tres zonas:

  • La parte más interna es el núcleo, es el 15% del volumen total del planeta. Se divide en dos capas: el núcleo interno sólido y el núcleo externo, donde encontramos materiales fundidos.

  • Alrededor del núcleo está el manto, ocupando un volumen del 84%. Está integrado por una gran variedad de materiales, algunos parcialmente fundidos, formando el magma.

  • La capa externa de la Tierra la conocemos como corteza. Sólo representa el 1% del total del planeta y está formada por rocas sólidas como el basalto o el granito.

La parte superior del manto, junto con la corteza terrestre, recibe el nombre de litosfera, formado por las palabras griegas lithos (piedra) y sfera (globo).

La corteza terrestre

La corteza terrestre tiene una anchura muy desigual. En algunos lugares es muy amplia y forma los continentes, mientras que en otros lugares es muy estrecha y queda cubierta por los océanos.

La corteza no es lisa, ya que tanto en los continentes como en el fondo de los océanos configura el relieve terrestre. Por ejemplo, el Everest, con 8848 m de altitud, es el pico más elevado de la Tierra. Y la fosa de las Marianas, con 11022 m de profundidad, es el lugar más profundo de la corteza terrestre.

El relieve de la Tierra parece estable, pero cambia constantemente por la acción de los agentes internos y externos que lo van transformando. Además, la corteza, por situarse sobre los materiales parcialmente fundidos del manto de la Tierra hace que, a veces, se fracture y algunas partes se eleven y otras se hundan.


Los agentes internos de la formación del relieve

Se ha comprobado que debajo de la corteza terrestre se encuentran gases y materiales muy comprimidos que la presionan hasta agrietarla y deformarla, actuando como fuerzas internas de la Tierra que provocan la actividad sísmica de volcanes y terremotos.

 

Los volcanes

Cuando alguna de las grietas de la corteza terrestre es tan profunda que alcanza las zonas donde hay magma, este asciende por ella como una chimenea y, a través del cráter, puede salir al exterior en forma de erupción volcánica.

Las erupciones volcánicas expulsan gasescenizaspiedras y lava incandescente. En contacto con el aire, estos materiales se enfrían y se depositan formando conos volcánicos. Algunos conos volcánicos pueden convertirse en altas montañas, como el Teide, en la isla de Tenerife (Canarias). A veces, cuando la erupción volcánica se ha producido en el mar, el cono volcánico resultante ha creado una nueva isla, como la isla Zalzala en el mar Arábigo (2013).

 

Los terremotos

Los terremotos se producen como consecuencia del movimiento de las placas de la corteza terrestre. El movimiento se propaga, en todas direcciones, en forma de ondas sísmicas, parecidas a las que se forman cuando lanzamos una piedra al agua.

Mientras dura el terremoto (unos segundos), el suelo tiembla y pudiendo ser devastador, sobre todo en aquellos lugares donde las infraestructuras no han sido construidas para soportar esos movimientos sísmicos. Los terremotos tienen distinta magnitud o intensidad, y se mide la dimensión del terremoto con los sismógrafos, mediante unas escalas.

Cuando el terremoto ocurre en las zonas sumergidas, es decir, en el fondo del mar, se llama maremoto. Es cuando se puede producir un tsunami (ola gigante en japonés), ya que la energía producida mueve el agua con gran fuerza. Si estas olas alcanzan la costa, pueden provocar inundaciones catastróficas.


La magnitud de los terremotos

La escala más conocida y más utilizada para medir la fuerza de un terremoto es la escala de Richter, que asigna un número decimal para expresar la energía que libera un terremoto.

Otra manera de medir la intensidad que pueda tener un terremoto es con la escala de Mercalli, que mide de I a XII los efectos que causan los movimientos sísmicos.

Se ha elaborado una equivalencia entre las dos escalas, pero hay que tener en cuenta que un terremoto de determinada magnitud, no siempre origina unos mismos efectos.