9. Grecia

Esparta y Atenas


Las polis griegas eran parecidas entre ellas, aunque se gobernaban de formas muy distintas. Esparta y Atenas fueron dos polis muy poderosas.

 

Las ciudades-Estado griegas

Las ciudades-Estado o polis solían estar protegidas con murallas y tenían una estructura urbana muy similar:

  • La parte alta, o acrópolis, constituía una ciudadela amurallada que reunía los principales edificios religiosos. Los habitantes de la polis podían refugiarse en ella en caso de peligro.

  • La parte baja se organizaba en barrios donde se agrupaban las viviendas. En el centro se ubicaba el ágora, una plaza donde se instalaba el mercado y que estaba rodeada de edificios religiosos, políticos y comerciales.

    El ágora constituía el centro de la vida comunitaria, por lo que era muy frecuentada por los ciudadanos. Allí hacían sus compras, visitaban al barbero, participaban en actos religiosos, o simplemente charlaban con sus conciudadanos.

 

Esparta y Atenas

Esparta, en el Peloponeso, y Atenas, en el Ática, fueron dos poderosas polis que consolidaron distintas formas de gobierno:

  • Esparta era una oligarquía, que significa "gobierno de unos pocos". La ciudad estaba gobernada por el grupo de los aristoi ("los mejores"), que eran grandes propietarios de tierras y constituían la élite guerrera.

    Los aristoi formaban el Consejo, un organismo que tomaba las decisiones políticas, impartía justicia y controlaba el ejército. Por ello los aristócratas dominaban al resto de la población, que no podía participar en el gobierno de la ciudad.

  • Atenas era una democracia, que significa "gobierno del pueblo". Los ciudadanos de Atenas se reunían en una asamblea, donde elegían a sus gobernantes y votaban las leyes.

Algunas ciudades griegas, en distintos momentos históricos, también estuvieron gobernadas por tiranos, que arrebataban el poder por la fuerza e imponían su voluntad.

 

Combatir por la polis

A todas las polis les preocupaba la defensa de su territorio, tanto de otras polis vecinas como de los pueblos extranjeros o bárbaros.

Por esta razón, los hombres debían convertirse en soldados en caso necesario. Los más adinerados podían comprar su equipo militar y pasar a ser hoplitas, la principal fuerza a pie del ejército.