1. El fin de la Antigüedad


1.2. Los reinos germánicos: visigodos y carolingios


En el año 409 entraron en la Península Ibérica una serie de pueblos germánicos: suevos, vándalos y alanos. Los visigodos acudieron a la Península como aliados al servicio de Roma, para expulsar a los invasores.

 

¿Quiénes eran los visigodos? 

   Los visigodos eran un pueblo germánico perteneciente a los godos orientales. Desde el siglo III atacaban las fronteras del Imperio romano y en el siglo IV se asentaron en la provincia de Dacia, sirviendo en el ejército romano como auxiliares. Atacados por los hunos, emigraron a la península Itálica y saquearon Roma, después pactaron establecerse en el Sur de Galia.

La formación del reino visigodo de Toledo

A partir del año 415, los visigodos expulsaron a los vándalos y alanos hacia el Norte de África y redujeron a los suevos en la actual Galicia. A mediados del siglo V, los visigodos formaron en el Sur de la Galia el reino de Tolosa.

Los francos, que provenían del norte de la Galia y querían ampliar sus dominios, se enfrentaron a los visigodos, (batalla de Vouillé, 507) y obligaron a asentarse en el Sur de los Pirineos. Desde ese momento, los visigodos se expandieron por toda Hispania y organizaron un reino con capital en Toledo (554).

La organización del reino

Los visigodos, unos 150.000 frente a 6 millones de hispanorromanos, eran poco numerosos, pero dominaron a los hispanos y se repartieron muchas de sus tierras. Junto a los grandes propietarios hispanorromanos, constituyeron el grupo social aristocrático y privilegiado, es decir, la nobleza.

De este modo, la monarquía visigoda estableció un reino, fundamentado en:

  • Una monarquía fuerte, que era electiva al principio pero que se transformó en hereditaria. El monarca gobernaba apoyado en unas instituciones de gobierno: el Aula Regia (consejo formado por nobles y clérigos) y los Concilios de Toledo (unas asambleas de carácter religioso y civil).

  • El control de todo el territorio peninsular: expulsó a los suevos (585), conquistó los territorios que los bizantinos de Justiniano habían ocupado en el Sur (572-623) y detuvo a los francos en los Pirineos.

  • La unificación jurídica y religiosa entre hispanorromanos y visigodos: el rey Leovigildo derogó la ley que prohibía los matrimonios mixtos (572); Recaredo consiguió la unidad religiosa al convertirse con otros nobles visigodos al catolicismo (587); y, por último, Recesvinto logró la unificación jurídica al establecer una única legislación para todo su reino, el Liber Iudiciorum (654).

Sin embargo, a principios del siglo VIII, la guerra civil entre familias nobles hicieron que un ejército musulmán del Norte de África, invadiese la Península Ibérica (711) y derrotase al último monarca visigodo (don Rodrigo).


El Imperio carolingio

El imperio fue creado por Carlomagno como el último intento de reconstruir el antiguo Imperio romano de Occidente. Para administrar su extenso Imperio, Carlomagno entregó tierras a los nobles del reino para que estos las administraran en su nombre y se beneficiaran de ellas, así surgieron los condes y marqueses.

El reino de los francos

El reino de los francos era muy extenso ocupando la antigua Galia y territorios de la península Itálica y de la Europa Central. A principios del siglo VIII, un noble franco, Carlos Martel, dirigió el ejército contra los musulmanes de Al-Ándalus que intentaban conquistar Francia, y los derrotó en Poitiers (732). Su hijo Pipino el Breve se convirtió en rey de los francos y fundó la dinastía carolingia. Más tarde, su hijo y sucesor Carlos "el Grande" (Carlomagno), reconstruyó el Imperio de Occidente. 

Carlomagno, Emperador

Carlomagno conquistó gran parte de las tierras de Europa Occidental, frenó el avance del Islam y estableció fronteras seguras en todo el territorio.

Además, convirtió al cristianismo a todos los pueblos bajo su autoridad, reforzando la unión entre el poder político y el poder religioso, obligando a los obispos (jefes de la Iglesia en cada territorio) a jurarle fidelidad.

En el año 800, Carlomagno fue coronadonuevo emperador de las tierras de Occidente por el papa León III. Estableció su corte y capital en Aquisgrán y propició un renacimiento cultural.

Un sistema de fidelidades personales

El sistema de gobierno de Carlomagno se basaba en una cadena de relaciones personales sustentadas en los principios de fidelidad y protección.

Carlomagno protegía a los nobles, les entregaba tierras y el derecho de gobernarlas; los convertía en sus vasallos y estos le juraban lealtad, respeto y ayuda militar.

A su vez, estos nobles recibían el juramento de fidelidad de otros vasallos de menor rango, a los que también entregaban tierras y protegían; de ellos recibían asimismo ayuda y fidelidad.

Carlomagno dividió su imperio en condados, nombrando un conde que se encargaba de recaudar impuestos, administrar justicia, proteger a la población y reclutar el ejército. En las zonas fronterizas se crearon las Marcas, al mando de un marqués, con autoridad sobre los condados de la marca y jefe miliar del ejército. Para mantener las leyes del imperio y controlar a los condes y marqueses fieles al juramento de fidelidad, creó el cargo de los missi dominici, unos inspectores y mensajeros reales, ligados al soberano por juramento directo.

 

Hacia la Europa feudal

A la muerte de Carlomagno, la corona pasó a su hijo Luis el Piadoso (814-840) quien, al morir, repartió los territorios del Imperio entre sus tres hijos: Lotario, Luis y Carlos.

Lotario, por ser el primogénito, recibió el título de emperador e intentó imponer su autoridad. Pero Luis (Germania) y Carlos (Francia) se rebelaron, le vencieron y le obligaron a firmar el Tratado de Verdún (843), formándose reinos independientes, además, Luis se quedó con el título de emperador.

Desde el siglo IX, unas oleadas de invasiones asolaron de nuevo Europa Occidental (musulmanes en el Sur, vikingos en el Norte y magiares en el Este) y provocaron otra vez terror e inseguridad entre la población. Las invasiones eran muy difíciles de contener porque no existía un poder común y fuerte. La población solo estaba protegida por los nobles territoriales que poseían ejércitos.

En esos momentos, el sistema de gobierno del Imperio carolingio se transformó. Los condes se convirtieron en señores feudales casi independientes del rey, que transmitían su título y sus tierras a sus herederos, y el poder de los monarcas se debilitó. Se iniciaba el feudalismo.



Los pueblos visigodo y bizantino en Andalucía

A comienzos del siglo V, los vándalossaquearon las ciudades y los campos de la Bética hasta que los visigodos los expulsaron al Norte de África.

A partir de ese momento y durante casi un siglo, la existencia de una poderosa aristocracia hispanorromana con ejércitos propios hizo que la Bética mantuviera su independencia.

No obstante, en el año 531, el reino visigodoinició la expansión hacia el Sur, y el rey Teudis instaló su corte en Sevilla.

En la etapa visigoda se sucedieron los enfrentamientos por la corona, que afectaron a la estabilidad de la Bética. Así, el rey Atanagildo, que luchó contra su hermano Agila, reclamó la ayuda de los bizantinos, de modo que el emperador Justiniano envió una expedición que desembarcó en la Península en el año 552 y acabó instalándose en el Sureste.

 

El rey Leovigildo (568-586) se enfrentó a los bizantinos y ocupó parte de su territorio, que incorporó de nuevo al reino visigodo. La expulsión definitiva de los bizantinos se produjo en la época del rey Suintila (624), y el territorio andaluz se cohesionó bajo la monarquía visigoda.