4. Los primeros reinos peninsulares


4.2. Del reino de Asturias al reino de León


La ocupación del valle del Duero

En la segunda mitad del siglo IX, los reyes de Asturias, aprovecharon los enfrentamientos internos y la debilidad de los emires cordobeses para expandir sus dominios. Poco a poco, ocuparon los territorios que se extendían desde la Cordillera Cantábrica hasta el río Duero. Destacó en sus conquistas el rey Alfonso III (866-910).

La nueva zona de expansión por la zona meseteña del valle del Duero estaba abandonada por las guarniciones militares andalusíes y que se hallaba prácticamente deshabitada y yerma. Con esta expansión, ciudades como Astorga, León, Oporto y Zamora pasaron a formar parte del reino de Asturias.

El reino de León

En el siglo IX, para ocupar el margen derecho del valle del Duero, se repobló el territorio y se empezó a cultivar. Así se  promovía que familias campesinas de las montañas cantábricas (cántabros y astures) se desplazasen a las nuevas tierras y se instalasen en ellas. 

Con el objetivo de controlar el territorio y proteger a estas familias, el rey Ordoño II (914-924) trasladó su corte a León (914). El aumento de territorios al Sur de la Cordillera Cantábrica fue tan importante que el reino de Asturias pasó a llamarse reino de León.

Siglo X: la frontera se estabiliza

Aunque el reino de León continuó su expansión hasta el valle del río Tormes (Salamanca y Ávila), la reacción musulmana no se hizo esperar. Con la proclamación del Califato (siglo X), Al-Ándalus había aumentando su potencia militar y organizó numerosas expediciones hacia el Norte. Un caudillo andalusí, conocido como al-Mansur (castellanizado es Almanzor), trató de recuperar ciudades perdidas como Santiago, León y Zamora con ataques rápidos y violentos saqueos en busca de botín, conocidas como "razias". De este modo, la expansión del reino leonés quedó frenada. Los reyes leoneses tuvieron que defenderse de los ataques andalusíes y trataron de afianzar su frontera en el río Duero.

El origen del reino de Castilla

La mayoría de los ataques o razias de los ejércitos musulmanes hacia el reino de León se producían por el Este, desde las actuales tierras de La Rioja, Álava y Burgos. Para bloquear las incursiones de los musulmanes a través de estos territorios, los reyes leoneses construyeron numerosos castillos y dieron poder militar y tierras a diferentes condes para que los defendiesen. Esta región empezó a denominarse Castilla por la multitud de castillos.

Como estos territorios quedaban lejos del control directo de los reyes leoneses, los condes que los gobernaban comenzaron a tener cierta independencia del reino de León. Durante el siglo X, Fernán González (931-970), conde de varios condados castellanos (conde de Burgos, Álava, Lantarón y Cerezo), aprovechó las disputas internas en el reino de León para unificar los condados castellanos y declarar su título hereditario. Había nacido el condado de Castilla.

En el siglo XI, el condado de Castilla quedó incorporado al reino de Pamplona por el matrimonio entre Muniadona (hija del conde de Castilla) y Sancho III El Mayor (rey de Pamplona y conde de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza). En 1029, Sancho III designó a su hijo Fernando como conde de toda Castilla, si bien no ejerció el gobierno efectivo hasta la muerte de su padre en 1035. El matrimonio de Fernando con Sancha (princesa de León) que comportó la unión del reino de León y el reino de Castilla en 1037 tras la muerte de Bermudo III sin descendencia (rey de León, casado con Jimena, hermana de Fernando, y además cuñado de éste por parte de su hermana).