En el siglo VII, los árabes iniciaron un proceso de expansión y conquistaron un gran imperio. La
debilidad del Reino Visigodo de Toledo permitió que en el año 711, los musulmanes, conquistaran casi toda la Península Ibérica, puerta de entrada a Europa, donde permanecieron hasta 1492.
El territorio ocupado recibió el nombre de Al-Ándalus y abarcaba la mayor parte de la Península en el siglo VIII, excepto las montañas cantábricas. A
lo largo de los siglos, este territorio fue conquistado por los reinos cristianos que se habían creado en el Norte peninsular.
