5. Las ciudades medievales


5.1. El crecimiento de las ciudades medievales

A partir del siglol XII, el cese de las grandes invasiones y la introducción de avances en las técnicas agrícolas favorecieron el aumento de la producción agraria y el crecimiento de la población. La agricultura generó excedentes para vender en los mercados, y los intercambios comerciales estimularon el crecimiento de la vida urbana.


El fin de las grandes invasiones

A finales del siglo XI finalizaron las invasiones de normandos (los vikingos conquistaron Inglaterra e implantaron dinastías en Francia). También acabaron las invasiones de los magiares por el Este y se contuvieron a los musulmanes por el Mediterráneo. Los pactos entre los señores feudales (Tregua de Dios[1]) dio seguridad a los caminos y permitieron recuperar la circulación de personas y mercancías en Europa Occidental.



[1]El siglo XI, existía la anarquía y los nobles campaban a sus anchas cometiendo todo tipo de felonías e indignidades contra sus vasallos y siervos. La iglesia cristiana tuvo una feliz idea, declarar, a través de un decreto lo que llamaron “La Tregua de Dios”. Significaba que durante el sábado y el domingo estaba prohibida cualquier tipo de hostilidad. Las autoridades civiles de entonces eran incapaces de imponer el orden, por lo que echaron mano de la religión y, bajo pena de excomunión, declararon prohibida cualquier actividad violenta generada por la “guerra privada” entre señores.

La expansión agraria

A partir del siglo XI se introdujeron en la agricultura unas innovaciones técnicas que dieron como resultado el aumento de la productividad. Los cambios fueron: los nuevos métodos de cultivo, como la rotación trienal (dejaba sólo un tercio de la tierra en barbecho), y el uso del estiércol para fertilizar; los nuevos instrumentos agrícolas, como el arado de vertedera (hacía surcos más profundos) y el uso de la collera (facilitaba el arrastre a los animales de carga); y el uso de molinos de viento y molinos de aguaque facilitaban la molienda del grano. Los agricultores producían más de lo que se necesitaba para el consumo de las personas y generaron un excedente (sobrante) de materias primas (productos agrícolas) que vendían a los comerciantes.

Crecimiento de la población y roturaciones

El crecimiento de la producción agrícola mejoró la alimentación de la población (ya no había hambrunas) y aumentó la resistencia ante las enfermedades. Este cambio supuso un aumento de la población en Europa que pasó de 45 millones de habitantes en el siglo XII a 75 millones en el siglo XIV. Este aumento de la población llevó a explotar nuevas tierras de cultivo, por tanto, se llegó a repoblar antiguas tierras abandonadas y se roturaron[1]otras nuevas.



[1]Roturar: arar un terreno por primera vez para poner cultivos en esas tierras.

El renacimiento del comercio y de las ciudades

La consecuencia inmediata del aumento de la población fue la recuperación del comercio y, ante esto, renacieron las ciudades, centros de los intercambios de productos. Primero, las abadías y castillos, tenían excedentes agrícolas que podían vender, se convirtieron en centros de intercambio que atraían a comerciantes y artesanos. Entonces fueron apareciendo burgos[1]que fueron creciendo y dando lugar a nuevas ciudades. A estas nuevas ciudades acudía el campesinado para vender productos agrícolas y comprar artesanías (zapatos, ropa, herramientas de hierro…). También comerciaban con las ciudades ya existentes, sobre todo a las que estaban en cruces de caminos o en puertos marítimos. La apertura del comercio del Mediterráneo oriental, debido a la presencia de los cruzados[2]cristianos en Oriente Próximo, aumentaron los productos que llegaban a Occidente desde Arabia, China e India dando lugar a la revitalización del comercio en las ciudades europeas.

 



[1]En la Plena Edad Media, periodo que ha sido calificado de revolución urbana y también de revolución comercial desde mediados del siglo XII, se aplicó el nombre de "burgo" a los barrios formados en torno a un mercado que se había establecido previamente al lado de una iglesia o fuera de las murallas de ciudades preexistentes (figura urbanística equivalente a los arrabales de las medinas musulmanas). La palabra "burgués" significaba "habitante de un burgo”.

[2]Los lugares donde había vivido Jesucristo, como Jerusalén, se convirtieron en centros de peregrinación. Los trucos ocuparon esa ciudad en el siglo XI y prohibieron el acceso a los cristianos. Fue entonces cuando se organizaron las “Cruzadas” de caballeros europeos para reconquistar esos lugares santos para la cristiandad.