A partir de la batalla de las Navas de Tolosa (1212), el avance militar de los reinos cristianos fue reduciendo rápidamente el territorio de Al-Andalus.
El reino de Castilla y León, la Corona de Aragón y el reino de Navarra se convirtieron en fuertes monarquías, en las que los reyes reunían las Cortes, formadas por representantes del clero, la nobleza y la burguesía.
La ganadería en Castilla y el comercio en la Corona de Aragón y en Navarra sirvieron de base para la consolidación de estos reinos.
Sin embargo, la crisis demográfica y económica de la Baja Edad Media y las frecuentes guerras civiles frenaron el crecimiento de los siglos anteriores.