El siglo XVIII fue un periodo de transición. Por un lado, se mantuvieron las características del Antiguo Régimen: la monarquía absoluta, la sociedad estamental y una economía señorial agraria.
Sin embargo, el intenso impulso demográfico y económico, el crecimiento de la burguesía, los ejemplos de la Revolución inglesa y de la Ilustración hicieron entrar en crisis al Antiguo Régimen.
En España, el siglo XVIII significó la entronización de una nueva dinastía, los Borbones, que implantaron el modelo absolutista francés. Pero a mediados de siglo, la difusión de las ideas ilustradas influyó en el monarca Carlos III, que aplicó algunos de los principios reformistas del Despotismo Ilustrado.